Luis Piedrabuena Nació el 24 de agosto de 1833 en Carmen de Patagones, provincia de Buenos Aires, Argentina. Su nombre completo era en realidad Miguel Luis Piedra Buena.
Desde muy joven demostró una una cierta atracción por el mar. Se cuenta que, siendo apenas un niño, construyó una balsa improvisada con la que jugaba flotando, solo, en las aguas costeras; un día desapareció de la vista, y pudo ser hallado varias horas después a más de 20 millas de la costa- Ese espíritu curioso y temerario es el que lo acompañaría toda su vida.
Cuando tenía solo 9 años, un capitán norteamericano de apellido Lemon, que operaba en las costas del Atlántico Sur, observó cómo maniobraba con habilidad un pequeño bote a vela, e intuyendo que en ese niño había un futuro marino, comenzó a llevarlo a navegar con él. Sin embargo, esa relación no duró mucho, pues el joven Piedrabuena, al percibir que la conducta del capitán Lemon distaba mucho de la de un caballero del mar, abandonó el barco a la primera oportunidad.
Poco después, un amigo de la familia, el capitán William H. Smiley —a quien Piedrabuena consideró su principal mentor— con autorización de sus padres, lo envió a estudiar náutica a los Estados Unidos, mientras terminaba sus estudios primarios. Permaneció allí casi tres años y regresó ya como un marino formado y con sólidos conocimientos de carpintería naval.
Con Smiley se embarcó luego como grumete en el paquebote "John E. Davison", dedicado a la caza de ballenas. Tenía apenas 14 años y se encargaba de llevar el timón mientras el capitán y el resto de la tripulación trabajaban en las maniobras de captura. A bordo de esa nave recorrió las Islas Malvinas, el Estrecho de Magallanes y los canales fueguinos, cuando aún eran territorios inhóspitos, poco habitados y codiciados por potencias extranjeras.
Hacia 1850 se trasladó a la goleta "Zerabia", con la que transportaban ganado en pie desde el continente hacia las Islas Malvinas.
El almacén de ramos generales.
En 1859, con 26 años, se independizó y abrió un almacén de ramos generales en la actual isla Pavón, sobre el río Santa Cruz, muy cerca de la localidad que hoy lleva su nombre: Comandante Luis Piedrabuena.
Allí levantó un mástil en el que hizo flamear la bandera argentina. El gobierno nacional reconoció su iniciativa y le cedió oficialmente esas tierras en 1868. Piedrabuena entonces escribió:
Estas tierras no deben quedar en el olvido, mientras flamee en ellas una bandera argentina que diga: aquí está la Patria.
Durante esos años continuó navegando las frías y bravas aguas del Atlántico Sur, que llegó a conocer como la palma de su mano. Esa experiencia le permitió asistir rescatar a más de 140 náufragos de distintas nacionalidades, entre ellos los tripulantes del ballenero estadounidense "Dauphin" y de la goleta "Anne Richmond". Recibió por ello medallas y cartas de agradecimiento de embajadas extranjeras. Sin embargo, nunca buscó reconocimiento.
“Cumplí con mi deber de hombre de mar y de argentino.”
Además de sus hazañas marítimas, desarrolló una diplomacia activa y pacífica con los pueblos originarios. Solicitó al gobierno nacional autorización para realizar actos de posesión en territorios olvidados del sur, lo cual fue concedido. En 1864 fue nombrado Capitán Honorario de la Armada Nacional y, más tarde, Teniente Coronel. Siempre rechazó sueldos y cargos públicos, viviendo del comercio y la navegación en condiciones extremas.
Forjó una gran amistad con el cacique tehuelche Casimiro Biguá, con quien en 1865 acordó que las comunidades indígenas reconocieran la soberanía argentina hasta el Estrecho de Magallanes. El gobierno aceptó el acuerdo y reconoció a Biguá con el grado honorífico de Teniente Coronel, obsequiándole un sable.
El monumento al cacique Biguá, ubicado a orillas del arroyo Genoa en Chubut, marca el sitio donde el 3 de noviembre de 1869 Piedrabuena izó por primera vez la bandera argentina, consolidando la presencia nacional en esas latitudes. Ese mismo año, el Congreso le cedió en reconocimiento la Isla de los Estados y la isla Pavón.
Uno de los episodios más memorables de su vida ocurrió en 1873, cuando su goleta "Nancy", a la que más tarde rebautizaría Espora, encalló y se hundió frente a la desolada Isla de los Estados.
La goleta "Nancy".
En lugar de abandonarla, Piedrabuena y sus hombres construyeron una pequeña embarcación con los restos del naufragio: a la que llamaron "Luisito". Con ese velero de fortuna, de unos 8 metros de eslora, equipado con un fragil mástil, velamen poco adecuado, y sin instrumentos de navegación, lograron llegar a Punta Arenas atravesando el temible Atlántico Sur. Años más tarde, Piedrabuena evocaría:
“No teníamos más que el valor y la necesidad.
El mar estaba en calma y en él vi una oportunidad, no un obstáculo.”
Luis Piedrabuena falleció en Buenos Aires el 10 de agosto de 1883, con apenas 49 años, mientras preparaba una nueva expedición al sur. Fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta y hoy descansa en el Panteón Naval.
En su honor, llevan su nombre la ciudad de Comandante Luis Piedrabuena, escuelas, buques y monumentos a lo largo del país.
Luis Piedrabuena fue más que un navegante. Fue un patriota silencioso, un hombre que eligió la acción por sobre la palabra, la entrega por sobre la comodidad. En tiempos en que la Argentina apenas asomaba en el mapa del sur, él fue presencia, ayuda y soberanía. Su legado es eterno.
“Todo lo hice por amor a mi Patria.
Que en esos parajes lejanos no se diga nunca que Argentina no
estuvo.”