En la nota precedente a esta hemos definido las partes y referencias generales relativas al casco de una embarcación. En esta continuaremos, agregando todo el argot relativo a la arboladura y la jarcia de un velero.
El término arboladura refiere al conjunto de mástiles, palos y vergas de cualquier buque de vela.
Los mástiles o palos se emplazan de forma vertical y tienen por objeto soportar el peso y la fuerza de tracción del velamen, y las vergas o perchas. se disponen perpendicularmente a los mástiles y tienen por función dar soporte horizontal a las velas.
Antiguamente, los palos y vergas eran construidos en madera a partir de troncos de árboles y actualmente se los fabrica de aluminio o de materiales sintéticos tales como la fibra de carbono.
Los veleros de crucero que vemos en nuestros días cuentan en su gran mayoría con un solo mástil o palo —a esa configuración se la llama aparejo sloop— al que simplemente se lo denomina con esos nombres: mástil o palo. En los barcos que tienen varios mástiles se denomina palo mayor al más alto, generalmente ubicado en el centro del barco, palo de mesana al que se encuentra a popa —hacia atrás— del palo mayor, y palo de trinquete al que se ubica a proa del palo mayor.
Tipos de aparejos.
Cada uno de esos palos cuenta con una verga o percha, que es el nombre genérico que se le da a todo palo colgado o sostenido horizontalmente desde un mástil, y que se utilizan para sostener las velas.
Los veleros que vemos a diario llevan un tipo de verga particular, denominada botavara, que se proyecta desde el mástil hacia la popa, La pieza que une la botavara con el mástil se llama gancera, que es un herraje que le permite a la botavara pivotear en todos los sentidos para acompañar el movimiento de la vela que lleva montada. El tangón es otro tipo de verga o percha que también se apoya en el mástil. pero orientada hacia la proa en este caso, y que se utiliza para sostener las velas de proa.
Tangón y botavara.
En algunos veleros, generalmente en los de menores esloras, el mástil se apoya sobre la carlinga, que es una base metálica o de madera robusta que va fijada en la cubierta sobre la posición del bao de la cuaderna maestra —es la cuaderna principal del barco, donde éste tiene su mayor manga—. La carlinga permite mover el palo hacia proa o popa a fin de adelantar o retrasar la posición relativa del eje de fuerzas del velamen sobre la embarcación. En algunos casos, para aportar resistencia vertical, se agrega un píe de amigo, que consiste en un refuerzo vertical que va apoyado sobre la quilla y llega hasta la base del bao sobre el cual está instalada la carlinga y el palo.
Carlinga.
En las demás embarcaciones el mástil pasa a través de la fogonadura —que es un orificio practicado para tal efecto en la cubierta— y se apoya sobre la quilla. El espacio que queda entre el mástil y el borde de la fogonadura se rellena con cuñas de madera o goma para mantener el palo estabilizado en su posición, y sobre ese relleno se aplica luego algún material sellador para evitar que el agua pase hacia el interior de la cabina.
En los grandes barcos de vela —la Fragata ARA Libertad es un ejemplo de ellos— cada mástil consta de dos o tres secciones encastradas entre sí para lograr la altura requerida.
La sección principal, llamada palo macho, se apoya en la quilla elevándose por sobre la cubierta, sobre esta se encastra el mastelero, que luego continúa en el mastelerillo.
Por supuesto, para no confundirse, cada sección lleva de “apellido” el nombre del mástil al que corresponde, por ejemplo, palo macho de mayor, mastelero de mesana o mastelerillo de trinquete.
A su vez, cada uno de esos mástiles lleva varias vergas cruzadas de las que se cuelgan las velas. Y como corresponde, cada verga toma el nombre de la vela que porta.
En la proa, inclinado hacia adelante, se ubica otro palo llamado bauprés que se extiende agregando el botalón.
La jarcia, por su parte, es el término que se utiliza para denominar al conjunto de elementos, cabos y cables, utilizados para sostener la arboladura —el aparejo de mástiles— y maniobrar las vergas —las botavaras— y las velas.
La jarcia se clasifica a su vez en dos grandes grupos, según sea su aplicación.
La jarcia fija, también llamada jarcia firme o jarcia muerta, que agrupa a los cabos y cables encargados de dar sostén y resistencia lateral y longitudinal a los mástiles, y se la llama así: fija, pues una vez montada no requiere de mayores ajustes durante la navegación.
Dentro de este grupo encontramos a los estayes y los obenques, que consisten en cables metálicos —generalmente de acero inoxidable—. Los primeros se usan para sostener el mástil desde la proa y la popa, por lo que se los llaman respectivamente estay proel y estay popel, mientras que los segundos hacen el mismo trabajo manteniendo el palo amurado a estribor y babor. Tanto los estayes como los obenques se afirman a piezas fijadas firmemente en el casco y el palo.
El extremo superior del estay proel se sujeta al tope del mástil y el inferior al caperol, que es una pieza que va fijada sobre la roda. Algunos veleros tienen además un estay adicional en proa, llamado baby estay, que parte de la mitad del mástil y termina en una landa en la sección media de la cubierta, a proa, y que además de aportarle al mástil un punto adicional de resistencia estructural, sirve para curvarlo hacia adelante, cuando es necesario hacerlo.
El extremo superior del estay popel también está tomado al tope del palo, pero la punta inferior puede terminar en un aparejo llamado pata de gallo que distribuye la tensión en las aletas del barco o bien en una única landa fijada al codaste. El estay popel también puede ser tensado para curvar el extremo superior del mástil hacia popa.
Si… ya se… Usted se está preguntando para que querría alguien curvar el palo hacia adelante ¿no?
Bueno… espere un poco porque eso se lo vamos a explicar más adelante.
En algunos veleros se agregan burdas, que son cables o cabos que parten de la sección media superior del mástil y que se llevan hacia las aletas del barco, y que al tensarse le agregan resistencia al palo.
Landa de arraigo de los obenques.
Los obenques también se afirman en una o más landas fijadas a cada lado del barco —hacia las bandas— y se toman a distintas alturas del mástil para darle a éste el requerido soporte y resistencia lateral en toda su extensión. Así pueden encontrarse varios pares de obenques que se nombran según la altura del palo en la que terminan. En el caso del velero de la figura siguiente, que tiene dos pares de obenques se llamará obenque bajo —de estribor o de babor, según corresponda— al que termina en la mitad del palo y obenque alto al que termina en su tope. Los obenques que llegan a alturas por arriba del par más bajo se separan del palo mediante crucetas, que son un tipo de brazo extensor que permite mejorar el trabajo de soporte estructural provisto por los obenques.
Cuando el barco se escora —es decir, se inclina— producto de la fuerza ejercida por el viento sobre el velamen, son los obenques del lado de barlovento —del lado del que proviene el viento— los que deben soportar esa fuerza manteniendo el mástil amurado —sostenido— a la banda, mientras que los obenques del lado de sotavento —del lado por el que sale el viento— se encuentran flojos, sin carga.
La jarcia fija.
Se dice entonces que el barco está amurado a babor —como el de la foto— o amurado a estribor cuando son los obenques de cada una de esas bandas los que soportan las cargas sobre el mástil y el velamen.¿Y qué pasa cuando el viento sopla de popa, y el velero navega derechito, sin escorarse?
La respuesta es que en ese caso la amura la define la posición en la que haya quedado la botavara. Si, por ejemplo, hubiese quedado apuntando hacia babor, significaría que el viento está entrando por popa, pero del lado de la aleta de estribor, y que por lo tanto son los obenques de ese lado los que estarían trabajando, haciendo entonces que el barco se encuentre amurado a estribor. Lo contrario pasaría si la botavara estuviese apuntando hacia el lado de estribor.
La jarcia móvil —o jarcia de labor o jarcia de trabajo— en cambio, refiere a las drizas, las escotas y el resto de los cabos utilizados a bordo para maniobrar las perchas y el velamen.
Las drizas son los cabos utilizados para izar las velas y se las identifica por el nombre de la vela con la cual trabajan; por ejemplo, driza de vela mayor, driza de spinnaker o drizas de velas de proa. Las escotas, en cambio, se utilizan para ajustar el ángulo de apertura de las velas respectos de la línea de incidencia del viento.
La vela mayor de un velero utiliza una escota montada en una polea cuya función es reducir la fuerza requerida para poder operar esa vela cuando se encuentra portando —cargada de viento—. El extremo superior del aparejo se une al penol de la botavara —la punta libre de esa verga, donde a su vez se encuentra fijado el puño de escota de la vela mayor— y el inferior se fija al carro del traveller, que permite desplazar el aparejo hacia una banda o la otra. Las velas de proa utilizan un par de escotas tendidas sobre cada una de las bandas, que son dirigidas hacia el cockpit mediante un conjunto de desvíos y guías especiales.
Además de las drizas y escotas, existen otros cabos que forman parte de la jarcia de labor, tales como las brazas que son los cabos que se utilizan para manejar lateralmente el penol —el extremo— del tangón cuando se utilizan velas como el spinnaker; otros son los amantillos y contramantillos que son los encargados de sostener el penol de las vergas —es decir, los extremos de la botavara y el tangón— desde arriba y abajo respectivamente.
El vang también forma parte de la jarcia móvil, y cuya función es evitar que la botavara se eleve más de los deseado.
Podemos completar el grupo agregando a los amantes que son aquellos cabos que se utilizan para sujetar cualquier elemento de una percha. El caso más usual a bordo de un velero son los amantes de rizos usados para sujetar la vela rizada a la botavara.
En veleros chicos las escotas, las drizas y demás cabos de la jarcia móvil pueden ser operados a mano sin tener que hacer grandes esfuerzos, sin embargo, a medida que aumenta el porte del barco, las cargas ejercidas por esos cabos crece geométricamente, siendo ya no solo difícil sino además peligroso tratarlos a mano, sin la ayuda de herramientas adecuadas tales como los molinetes, que son un tipo particular de cabrestante dispuesto de forma vertical y cuya función es justamente reducir la cantidad de fuerza necesaria para operar una escota, una driza o cualquier otro cabo a bordo.
Molinete.
Los molinetes se operan manualmente, enrollando el cabo a su alrededor en sentido horario, y cazando —tirando— del chicote. Cuando la fuerza de la mano no es suficiente para lograr cazar el cabo, se utiliza una manija que trabaja como palanca del molinete. Otra opción más cómoda —pero también más cara— consiste en utilizar molinetes ayudados por motores eléctricos.
Supongo que ya habrá notado que los autores hablan de cabos y cables.
Bueno, resulta que los nautas, y especialmente los veleristas —y probablemente Usted va en camino de convertirse en uno de ellos— suelen ser muy respetuosos y celosos de su argot, llegando casi al fundamentalismo.
Tan es así que el uso de palabras tales como “soga” o “cuerda” asociadas a un barco les suena en sus oídos como la peor de las blasfemias. Para esta gente, las “sogas” se utilizan para colgar la ropa recién lavada y las “cuerdas” son esas cosas finitas que van en las guitarras.
Nosotros, los navegantes bien hablados, usamos las palabras “cabo” y “cable”.
La primera para referirnos a las hechas de fibras flexibles sintéticas o textiles, y la segunda para hablar de las metálicas.
Ya que estamos le explico que la frase “cazar un cabo” no significa salir a correr a un soldado con una escopeta, sino “tirar de un cabo”, para tensarlo, y que “filar un cabo” quiere decir lo contrario, es decir “soltar un cabo, para aflojar su tensión”.
Para hacer firme —es decir, para sujetar o atar— los cabos se utilizan mordazas, stoppers y cornamusas.
Mordaza, stopper y cornamusa.
Las mordazas y los stoppers son herrajes que permiten sujetar firmemente un cabo y trabarlo mediante un mecanismo de presión que impide que se suelten. Las mordazas sujetan los cabos mordiéndolos entre dos ruedas excéntricas dentadas que se abren al cazar el cabo y que se cierran, aprisionándolo, cuando el cabo intenta ceder a la tensión. Los stoppers cumplen una tarea similar, pero sujetando el cabo mediante un mecanismo de pinza y palanca mucho más robusto, destinado a operar con cabos que soportan fuerzas mayores, tales como las drizas. Las cornamusas son otro tipo de herraje macizo formado por dos extremos o cuernos —de allí viene su nombre— que data de los orígenes de la náutica y al cual se atan los cabos para hacerlos firmes.
Motones y desvíos.
Los motones, que son equivalentes a las roldanas de uso terrestre, y que sirven para cambiar la dirección de un cabo. Los hay de diferentes formas, tamaños y combinaciones, y según sea su destino adoptan distintos nombres. Por ejemplo, y además del tradicional motón, podemos nombrar a las pastecas que son los motones que pueden abrirse por un lado para enhebrar un cabo fácilmente y los desvíos que son los que se afirman a algún punto para encaminar o cambiar la dirección de un cabo.
Portaespía.
Finalmente, los portaespías son otro tipo de herraje que se utiliza para guiar aquellos cabos que deben mantener una posición específica, como los de amarre o de fondeo. Existen dos tipos de portaespías, los abiertos y los cerrados; en los primeros el cabo se coloca manualmente sobre la apertura para que quede guiado, mientras que en los segundos debe ser enhebrado.
Este texto forma parte del Manual de Instrucción del Curso de Timonel de Yate de Vela y Motor de la Escuela de Náutica del Club de Veleros Piedrabuena.
ISBN 978-987-88-2752-0
Reproducido con autorización del autor.
Esperamos que esta nota le haya sido útil.
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